La reforma del sistema penal propuesta por Gallardón tiene poco que ver con la criminalidad y mucho con el uso que el Estado hace del sistema penal para gestionar la marginalidad y la pobreza que generan las políticas neoliberales. A pesar de la insistencia con que se nos intenta persuadir de que estamos rodeados de peligrosos delincuentes dispuestos a todo, no existe evidencia empírica alguna que justifique la creciente sensación de inseguridad ciudadana de la que se aprovechan los líderes del populismo punitivo. Por muy mal cuerpo que le quede a la ciudadana o al ciudadano medio después de ver Callejeros, Policías en acción o el mismísimo Telediario, una cosa es la capacidad de los medios para buscar y encontrar las situaciones más escabrosas en busca de la audiencia, y otra muy distinta es medir la delincuencia de forma objetiva.
Hay un elevado consenso en la sociología y…
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